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19 abr 2011

La entrada ausente


Desde el martes pasado, es decir una semana, tengo una llaga en la boca que no me deja comer, apenas dormir y por supuesto, me impide algo que me encanta: Reírme.
¡¡No sabéis cómo me duele ahora mismo!!

Mi amigo Rafa -escritor, diseñador y amante de los gatos- me ha mandado un e-mail dándome un consejo y pidiendo que actualizara porque los que tenéis enlazado mi blog os podéis ofender.

La entrada ausente hablaba de los padrinos. Pero lo que mi amigo Rafa desconoce es la historia entera.

Tengo un hermano. Bueno, tengo tres, pero a mi sólo me vale uno. Mi hermano es un chaval de 24 años, fuerte, atlético, divertido, guapo -no porque sea mi hermano-. Es un buen hermano, puñetero, alegre, tímido. Hace años que no me da un abrazo o un beso. El cierra el puño y me saludo como un colega.
Mi hermano, como muchos chavales, nació con un balón bajo el brazo. No tengo un recuerdo de él que no sea corriendo tras una pelota. Le apasiona el fútbol. Y el pasado domingo, leí la carta de una madre -que podría haber sido la mía-.
La mujer hablaba de cómo su hijo había sacrificado su infancia y su juventud porque era bueno. Cómo todo el mundo lo animaba y cómo, a sus veinticinco años, se le había pasad el arroz y el sueño.
Mi hermano es como ese otro chaval.

Jugó en el equipo del pueblo, en el Levante, en el Valencia y otros más. Le hicieron ofertas de equipos de fútbol que ni os podéis imaginar... y siempre jugaban los que tenían padrino. No importaba que mi hermano jugara mejor, metiera más goles... daba igual. Mi hermano era sólo uno entre un millón.
¿Qué importaba el sueño de un crío con la pasta que ganaban metiendo a otro en el campo?

No es que tener padrinos sea malo. Yo misma he tenido la suerte de trabajar gracias a mi hada madrina. De hecho, gracias a esos mecenas se descubren a personas verdaderamente buenas que, de otra manera, no conoceríamos.

Pero ayer estaba enfadada. Porque mi hermano, ese criajo que me hacía rabiar de pequeños, que me hace reír cuando estoy triste, que dice que se va a forrar conmigo siendo mi representante, ese chaval... ayer, le volvieron a pisar.

En resumidas cuentas, algo que todos sabéis: El fútbol es una MAFIA.

2 comentarios:

Rafa dijo...

Como te dije, no tuve tiempo de leer la entrada. Y lamento lo de tu hermano, un montón, pero él ha tenido la oportunidad de jugar, de estar en mil sitios, de ser feliz con lo que hace y por lo que hace. Por si esto fuera poco sabe, a ciencia cierta, que es bueno, y eso por no hablar de que aún es joven, rematadamente joven. No sé si para el futbol (el deporte de pelota y yo no...) pero sí para todas las cosas que todavía le esperan y todo lo bueno que todavía tiene que vivir.
Sea como sea, no estéis tristes, ni tú ni tu hermano, porque lo bonito de la vida es que nunca, NUNCA, sabes lo que te espera al minuto siguiente. Es muy triste que, siendo ambos tan jóvenes, déis tantas cosas por perdidas.
Y sí, el fútbol es una mafia, por supuesto, qué coño, no vayas a poquito: el mundo, en general, es una mafia, pero eso no significa que, por ello, tengas que dejar de hacer lo que te gusta, lo que realmente te hace feliz.
Un beso nena

Mai dijo...

Es verdad, me ha quedado chiquitín. El mundo es una Mafia...
Me voy a bajar el Padrino, creo que es una oferta que no voy a poder rechazar :P

Gracias :)