El año pasado mi abuelo cumplió 83 años. Mi madre y mis tíos le compraron cosas prácticas, pero los nietos decidimos hacerle algo diferente. Recogí fotos de la familia, desde que conoció a mi abuela hasta la última comunión. Fotos en blanco y negro, en sepia y en color. Fotos de cuando eramos pequeños, con él, con nuestros padres, ya mayores...
Mi abuelo no dejaba de mirar el cuadro. Pequeñas piezas de su vida que se habían juntado. Pero yo no estaba del todo contenta. Me di cuenta de que me faltaban fotos. No porque las haya perdido... sino porque no las hemos hecho.
Tengo fotos con mi hermano de pequeño... pero no de mayor.
Tengo con mi madre cuando yo era un bebé... pero no de ahora.
Puede parecer una tontería, una trivialidad, pero quizá en algún momento necesites esa foto. Una boda de un amigo, un álbum de aniversario, un regalo de cumpleaños... Pero sobretodo por los recuerdos. Porque algún día nos haremos viejos y es una bonita forma de no olvidar.
Así que haced fotos. De todo, de todos. Allá donde vayáis, con quien estéis... hasta de la mariposa que pasa por delante... capturad el momento para siempre.
Besotes grandotes
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