Queridos amigos:
Es miércoles y toca entrada. Me debatía entre hablaros de mi «guardiana» o hacerlo sobre los villanos. Por votación popular, ganan los segundos.
Para empezar, «villano» no significa «malo». Villano viene del latín villanus y no significa otra cosa que siervo o campesino. Vamos, el que vivía en una villa. En la Edad Oscura (el medievo), los villanos pertenecían a la clase más baja de la sociedad y les hicieron creer que era «porque se lo merecían». En pocas palabras, eran tan corruptos que lo único que podían hacer era servir a los demás. Cosas de la Iglesia Católica medieval o de Rouco.
Con los años, villano es «el malo de la peli».
El lado atractivo de la Oscuridad
Hace unas semanas, cuando impartí mi primera, y única, clase de creación de personajes, hablamos de la importancia de los malos, de su fuerza y de lo que molaban. Porque, seamos realistas, los malos molan.
Bueno, los malos del cine, de las series y de los libros. Los malos de la realidad... me entran escalofríos sólo de pensar las cosas que puede hacer el ser humano en su modo monstruo.
Pero dejemos la realidad. Hablemos de ficción.
Muchas veces, estamos leyendo un libro y nos «enamoramos» del malvado, del antagonista (que no siempre es malo). Básicamente, porque, sin darse cuenta, el escritor también se ha dejado enamorar por el villano.
Y porque, en realidad, a todos nos seduce el «lado oscuro».
Pero, ¿qué hay detrás de ese lado oscuro? ¿Por qué nos atrae tanto?
La maldad del desamor
El desamor crea más villanos de los que podemos imaginar. Sí, también el poder (Sauron) pero muchos menos que un corazón destrozado.
Así tenemos al gran Darth Vader (Star Wars), a la reina Beryl (Sailor Moon) y otros tantos que, ante un rechazo, la muerte de un ser amado... dejan que su corazón se llene de odio y de rencor, que sea incapaz de sanar sus heridas y ¡zas! Odian a todo el mundo y su único objetivo es destruir a toda la humanidad o señal de amor de la que sean testigos.
Desde mi punto de vista, esta es la peor maldad. Porque es una maldad tan intensa como puede ser el amor y la destrucción puede ser absoluta.
Yo soy malo porque el mundo me ha hecho así...
No importa que el villano sea malo por amor, por poder o por psicopatía. Pero cuando creemos malos, hagámoslo bien. Que tenga un motivo (o varios), que sufra, en resumen, que sea humano.
Porque, aunque la historia sea de fantasía, lo que hace que un personaje se vuelva inolvidable es esa tara humana. Es imperfección que lo hace único... como malo y como bueno.
Y sin más, me voy a seguir trabajando en mis malos. Vosotros, ¿me decís que villano os ha enamorado?
¡Que la fuerza os acompañe! (si es oscura o no, eso ya lo decidís vosotros)
Imagen: La reina Beryl. Mala por el desamor de Endymión (Sailor Moon)
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