Desde hace ya mucho tiempo creo firmemente que hay dos tipos de personas: las que tienen objetivos y las que tienen sueños (ahora habrá alguien que dirá que son lo mismo... ¿seguro?)
Las primeras no son ni la mitad de felices que las segundas. Eso sí, no se llevan muchos disgustos (debían tener sus ventajas).
Anoche me descubrí haciendo esta reflexión:
«Los sueños son como los árboles. Cada uno es distinto. Tienen sus raíces, su tronco, sus ramas y sus frutos».
Y lo que más miedo da, es cuando llega la hora de la cosecha. Cuando hay que recoger lo que tanto has ansiado. Por lo que has luchado.
Porque los sueños tienen eso: Que te incitan a luchar.
Los sueños son el viento que impulsa nuestras alas.
Y nos da un miedo terrible que se hagan realidad porque, después, ¿qué hay?. Lo mejor de que un sueño se cumpla es que puedes buscarte otro.
Las semillas de mis sueños son letras. Echaron raíces fuertes y distintas entre ellas. Su tronco se construye de páginas de libros que voy leyendo. Cada libro es un anillo más. Sus ramas se extiende hacia el cielo como queriendo tocar el cielo, el sol, la luna y las estrellas. En sus hojas hay palabras. ¿El fruto? Lo desconozco aún. Será delicioso, eso seguro. Porque elegiré las palabras que compongan la receta más dulce.
Palabras azules, de chocolate, de algodón de azúcar. Las habrá claras, directas y, algunas, punzantes. También prístinas, elegantes y risueñas. Serán luz entre las tinieblas.
Y aún así, al igual que tú, también tengo miedo.
Pero cuando el sueño esté frente a ti. Cuando puedas acariciarlo con las yemas de tus dedos. Cuando llame a tu puerta y apoyes tu rostro en la madera. Cuando te tiemblen las rodillas, las manos, el alma y el corazón. Cuando sientas la calidez del sol rozando tus mejillas... No le des la espalda.
Has luchado por él y te lo mereces.
Has llorado, has sentido rabia, ganas de rendirte. Te has caído y te has vuelto a levantar. Sabes que no será la última vez que lo hagas pero, ¿y qué?. Si lo que quieres no requiere esfuerzo, no vale la pena.
Y a pesar de cuánto duele, tu sueño no mengua. Crece cada día. Tú creces cada día.
Así que acéptalo. Cuando llegue el momento de recoger el fruto, ¡hazlo!.
¡Vive tu sueño!
Porque si no lo haces, te arrepentirás toda tu vida.
«Estamos hechos de la misma materia que los sueños.» W. Shakespeare
3 comentarios:
Preciosa reflexión sobre los sueños...me ha encantado esta entrada, cuando te dejas llevar consigues textos preciosos!!
Que todos tus sueños se hagan realidad, y que cuando se pose frente a ti, no tengas miedo de atraparlo y soñar otro.
Muchos besosss
En la ducha, la reflexión molaba más. Un día hablaré de mi ducha. Me inspira que no veas jejejeje
Mis sueños son de los que mueren al amanecer. De esos que dan besos en la nariz y me empujan a la luz.
Cuando me abrace no lo pienso soltar :P
Muchos más besos para ti!
¡Que bonito! Tu reflexión me ha hecho sonreir y sobre todo creer en que todo es posible para que se cumplan nuestros sueños.
Un beso y un abrazo enorme y sobre todo...felices fiestas!
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