¡Hola, cazadores!
¿Os habéis preguntado qué lleva una educadora/maestra en el bolsillo de la bata? ¿No? Mis peques me lo preguntaron ayer.
¿Os habéis preguntado qué lleva una educadora/maestra en el bolsillo de la bata? ¿No? Mis peques me lo preguntaron ayer.
Ayer descubrí que aún sé hacer pulseras...
―Maite,
¿qué llevas aquí?. ―señalando mi bolsillo rojo.
―¿En
el bolsillo?
―Sí.
―Llevo
de todo. ―afirmé con una sonrisa.
―¿Por
qué?. ―esta pregunta la escucho quinientas veces al día.
―Porque
es mágico. ―respuesta que doy quinientas veces al día.
―¿Por
qué?. ―¿veis? ¡Os lo dije!
―Porque
de este bolsillo puedo sacar lo que queráis. Si lleváis un yogur
para almorzar, ¿qué necesitáis?
―¡Una
cuchara!. ―Mihi es muy lista.
Entonces,
saqué una cuchara del bolsillo y todo fueron «alaaaa», «ooooh» y
sonrisas.
En
ese momento ―y en muchos más― soy una heroína. Soy una súper
“sita”.
Y
sí. Los bolsillos de las “sitas” son mágicos.
Llevan
pañuelos para cuando lloran, estornudan o, simplemente, hacemos
magia de verdad y hacemos una flor.
También
llevamos abrazos para los que necesitan más que un pañuelo.
En
el bolsillo podemos encontrar un rotulador mágico que dibuja
sonrisas. Los adultos lo llaman “permanente” pero ellos lo llaman
“pepito”. Es una carita sonriente en sus dedos índices.
Llevamos
coleteros de mil colores. Para trenzas, coletas, pirris, pulseras...
también horquillas. De todos los colores. Y que, al final, confundes
y las niñas van y vienen con coleteros nuevos y horquillas
diferentes.
Pero
no debe de importar mucho. Ninguna mamá se nos ha quejado.
A
veces llevamos tijeras para recortar sueños de papel.
Últimamente
llevo un
pompero que les encanta y que hace mil burbujas de jabón que ellos
persiguen y explotan.
En
el bolsillo de la “sita” hay canciones, sonrisas y miradas llenas
de cariño. Hay devoción, imaginación y sueños. A veces también
hay regañinas. Pero sólo a veces.
Hay
besos, abrazos y ese dedo índice al que aferrarse cuando lo
necesitan.
En
el bolsillo de la “sita” hay educación y esperanzas. Hay
cosquillas y una caja llena de deseos. Uno de ellos es que me
recuerden con cariño. El
mismo que yo les profeso.
El
tiempo se agota. En poco más de un mes les tendré que decir
«adiós». Ahora. Ahora que no me imagino un día sin sus abrazos,
sin sus «Maiteeee, pipiiiii», sin sus sesiones de peluquería
(ellas son las peluqueras y mi pelo la víctima)...
Ahora que mi bolsillo está lleno de magia para pintar sus sueños de luz...
xxx
2 comentarios:
¡Yo quiero a esa sita! :P
Esta entrada me ha hecho recordar mis días de prácticas en Infantil ^^ Yo también llevaba mil cosas diferentes en los bolsillos que los niños/as me confiaban como si fuera el lugar más seguro del mundo y que luego olvidaban con la misma facilidad. ¡Qué encanto!
Un saludo,
Isa Romero Cortijo.
"Pablito" está a punto de nacer...
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